En blog | el 29/04/2019
La vitamina D (o calciferol) es una vitamina importante para la salud de nuestros huesos y músculos, además de estar implicada en mecanismos fisiológicos como la diferenciación celular de diversos órganos y de contribuir a la modulación del sistema inmunitario. En el blog de esta semana comentaremos porqué es tan importante consumir vitamina D y evitar su deficiencia.
Se deben consumir cantidades suficientes para evitar su déficit ya que esto conllevaría al desarrollo de diversas patologías. Su déficit se relaciona con el raquitismo en los niños, la osteomalacia en adultos, enfermedades autoinmunes, mayor facilidad para el desarrollo de infecciones, insulinorresistencia, diabetes mellitus tipo II, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares y neoplasias, obesidad, asma y algunas enfermedades neurológicas.
La recomendación actual es de 10 microgramos por día pudiendo incrementarse en función de la edad, el estado funcional o el estado patológico de la persona. Dicha cantidad se puede obtener de la dieta o ser sintetizada a través de la piel durante la exposición solar.
La recomendación general es consumir alimentos ricos en vitamina D, exponerse al sol con el uso de filtros solares que permitan la recepción de la iluminación al mismo tiempo que protejan de los efectos nocivos del sol y realizar actividad física al aire libre (a partir de los 18 meses de edad) para intentar obtener las cantidades necesarias. La formación de vitamina D a través de la exposición solar dependerá del tiempo de exposición que se debe adaptar según la pigmentación cutánea de cada raza. A mayor pigmentación menor formación de vitamina D, por lo que a mayor pigmentación, se necesitará mayor tiempo de exposición solar. Además dependerá de la edad, ya que a medida que cumplimos años la síntesis dérmica de vitamina D se reduce.
Los alimentos que nos proporcionan dicha vitamina son los pescados, los huevos y los lácteos. Pero se debe destacar que la ingesta a través de los alimentos no cubre las necesidades en la mayoría de los casos. Durante los primeros meses de vida donde el alimento se obtiene de la leche materna o de la leche artificial, sólo se obtienen de 0.25-2 microgramos/día de vitamina D. Esta cantidad puede variar en la leche materna en función de los depósitos de vitamina D de la madre durante el embarazo, de su alimentación durante la lactancia y de su exposición al sol que repercutirá en la composición de la leche. Además los bebés prematuros y los bebés de madres vegetarianas tendrán aún menos niveles de vitamina D, los primeros debido al menor tiempo de gestación y a la menor cantidad de grasa y músculo que presentan al nacer que es donde la vitamina D se acumula, y los segundos debido a que sus madres presentan una ingesta deficiente o nula en el caso de dietas vegetarianas mal pautadas, además de la poca exposición solar general debido al miedo a los problemas ocasionados por la radiación solar. Se deduce con esto la importancia de la suplementación de dicha vitamina durante esta etapa.
En niños de hasta tres años se debe evaluar los niveles de la vitamina D y compararlos con las recomendaciones actuales para valorar la posible incorporación de alimentos fortificados o complementos alimenticios para asegurar un aporte suficiente pero siempre alejado de las cantidades máximas toleradas.
La media de ingesta de dicha vitamina en niños europeos es inferior a la necesaria (<10 microgramos), reduciéndose a 5 microgramos/día durante el segundo año y a 2 microgramos en edades posteriores 1.
Para cubrir las necesidades se establecen unas recomendaciones generales según edad y necesidades concretas de la persona, estableciendo unos límites máximos según dichos parámetros, pero como mínimo deben asegurarse 10 microgramos/día mediante la dieta, la exposición solar y si fuese necesario mediante complementos alimenticios (siempre bajo estricta supervisión médica). 2
Como conclusión, podemos observar la gran importancia de este micronutriente y la facilidad de sufrir carencias a pesar de la facilidad de su obtención. Debido a esto debemos ser conscientes de seleccionar adecuadamente los alimentos ricos en vitamina D en nuestra dieta y de disfrutar del tiempo libre en el exterior para permitir a nuestro cuerpo que se beneficie de la luz solar y asegurarnos una buena salud ósea y muscular desde que nacemos hasta la vejez.
AUTOR: LINCOLN G. GONZÁLEZ GONZÁLEZ, DIETISTA-NUTRICIONISTA
Bibliografía:
- Estudio ENALIA (Encuesta Nacional de Alimentación en la Población Infantil y Adolescente).
- Informe del Comité Científico de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria Y nutrición (AECOSAN). Complementación con vitamina D en niños de 0-3 años).